domingo, 1 de noviembre de 2009

Cinco mitos sobre la pobreza en el Perú


A muchos extranjeros que visitan el Perú no les choca la pobreza, que de alguna manera esperan encontrar, sino la indiferencia que ésta parece generar en los peruanos más afortunados. Es posible que en otras épocas se atribuyera la pobreza a "castigo" o "voluntad" de Dios. Sin embargo, existen otras creencias o mitos modernos sobre la pobreza que terminan ayudando a mantenerla.
El primer mito es que la pobreza se debe a que lamentablemente el Perú es un país pobre. En realidad, muchos estudios nacionales e internacionales han confirmado que vivimos en un país de renta media, pero la riqueza no está distribuida de manera equitativa. Buena parte de la actividad económica no genera tributos adecuados, a veces por una legislación favorable, como convenios de estabilidad o exoneraciones tributarias, pero también debido a la informalidad: un propietario de 100 taxis obtendrá, por el alquiler, más de 5.000 soles diarios, y no pagará un sol en impuestos. La evasión tributaria, además, no sólo está vinculada a actividades informales: a pesar de la prosperidad de Máncora, las boletas o facturas son casi desconocidas y la SUNAT brilla por su ausencia.
Sin embargo, sería otro mito reducir la pobreza en el Perú a un problema de recaudación: en realidad, el Estado no emplea sus recursos para priorizar las necesidades fundamentales de los más pobres, asegurando, por ejemplo, que la atención en salud o los documentos de identidad sean gratuitos. El canon minero o petrolero podrían servir para que Cajamarca o Loreto, respectivamente, solucionaran los problemas de analfabetismo o desnutrición de sus habitantes, pero está prohibido destinar el dinero para ello, debiendo realizarse solamente gastos de infraestructura.
Un tercer mito se refiere a que los culpables de la pobreza son los propios pobres, señalando que normalmente siempre se trata de personas ociosas y conformistas, y que quien persevera puede triunfar. Cualquiera que se acerque al mundo de los pobres advertirá los factores que bloquean sus posibilidades: la geografía, el idioma, la indocumentación, el racismo, el machismo y muchas más. Además, el mecanismo que durante décadas permitió enfrentar estas barreras, la educación pública, se ha deteriorado mucho en los últimos años. Estos problemas estructurales no son culpa de los pobres y es mas bien responsabilidad del Estado afrontarlos.
Por ello mismo, resulta tan absurdo el cuarto mito: que para combatir la pobreza, un gobierno deberá limitarse a estimular la inversión privada

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